sábado, 26 de enero de 2013

III Seminario Relaciones Familia-Escuela

La Fundación SM fue creada en 1977 por la Compañía de María (Marianistas) de España. Es la propietaria de Ediciones SM y cada año revierte los beneficios de su editorial en diferentes programas:
  • Investigación educativa
  • Formación del profesorado
  • Fomento de la lectura
  • Atención a menores y jóvenes con dificultades socioeconómicas 

Dentro de los programas de formación del profesorado, organizan el Seminario "Construyendo puentes familia-escuela" con la intención de profundizar en las relaciones entre los centros educativos y las familias de los alumnos.
Esta tercer edición del Seminario ha tenido lugar en el Centro Cultural CajaSol de Sevilla los días 25 y 26 de enero, con tres ponencias de diferentes especialistas:
  1. "Encuentros y desencuentros: la comunicación en la pareja", a cargo de Virginia Cagigal, Doctora en Psicología y Profesora de la Universidad Pontificia de Comillas.
  2. "La comunicación en familia: escuchar y hablar desde el corazón", a cargo de Elisa Cano, Pedagoga y Logopeda.
  3. "Lo que decimos a nuestros hijos sin decirles nada: mitos y legados familiares", a cargo de Gonzalo Martínez, Psicólogo y Orientador del Colegio Claret de Segovia.
Las tres ponencias han girado acerca de la importancia de la comunicación en las relaciones padres, hijos y escuela. Acudieron a estas jornadas fundamentalmente psicólogos, orientadores y tutores de diferentes centros de nuestra ciudad, así como madres y padres interesados en estas cuestiones.
Como orientador del Colegio Santa Ana, considero que merece la pena compartir con vosotros en este blog las ideas que recogí en mis apuntes.


Virginia Cagigal - La comunicación en la pareja

La relación de pareja es previa a la relación familia-escuela.
Al estar juntas dos personas, es imposible que no haya comunicación: los gestos hablan, la postura corporal habla, la sola presencia habla.
Para propiciar una buena comunicación con la escuela, es importante pensar en cómo se relacionan padre y madre, en cuáles son sus posturas como pareja: ¿hay una coherencia entre ambos?, ¿transmiten a sus hijos de la misma manera?, ¿le dan ambos importancia a las mismas cuestiones y con la misma intensidad? O sin embargo la relación de pareja no es simétrica: ¿uno está arriba y otro abajo?, ¿hay una escalada simétrica, donde cada uno sube y sube el tono, y no sabemos dónde podemos llegar?

Para una buena comunicación, nos ayuda:
Buen tono, buscar los momentos adecuados, la empatía, comunicación no verbal, dar tiempo al otro para que reaccione ante lo que decimos (no es buena la impaciencia), buscar espacios abiertos y agradables, el humor (el humor es útil para distender), la humildad, saber parar a tiempo la conversación... 
Para una buena comunicación, nos dificulta:
Los gritos, reproches, estar a la defensiva, juzgar los sentimientos del otro, el móvil, la prepotencia, el orgullo, las comparaciones, terceras personas (hay personas que pueden servir de apoyo o consejo, pero a veces se meten en medio y son un tercero en conflicto; nunca debe ser un hijo este tercero), el sarcasmo, dar órdenes, interrumpir...

En el contenido de la conversación, nos ayuda:
Reconocer los errores propios y darle la razón al otro cuando la tiene, aprender a escuchar, hablar de lo verdaderamente importante y no magnificar lo que no lo es, hablar de lo que sea importante para el otro aunque no sea importante para mí (ponerse en el lugar del otro), llegar a acuerdos y cerrar de forma concreta la conversación...
En el contenido de la conversación, nos dificulta:
Hablar de algo que nos da vergüenza o nos da miedo (lo que es muy peligroso para la estabilidad de pareja), sacar la lista de agravios "viejos", soltar tópicos y prejuicios, buscar una "buena" solución cuando a lo mejor sólo podemos encontrar "la solución menos mala", culpar, moralizar, tocar muchos temas a la vez, generalizar (es que siempre..., es que nunca...), salirse del tema, descalificar lo que el otro dice...

Las parejas en conflicto:
•   Interpretan mal lo que se dicen.
•   Aparecen muchos desencuentros, más de lo normal.
•   Comunicación no verbal negativa.
•   Reaccionan a la defensiva ante comentarios negativos e ignoran o no valoran los comentarios positivos.
•   Tienen deteriorada la capacidad de escucha y de empatía.
•   No cuidan la forma de decirse las cosas.

Es importante la escucha activa, con interés y atención:
•   Entonces, ¿quieres decir...?
•   Cuando yo hago esto, ¿mo te sientes tú?
Es importante decir lo que quiero decir: hablar con claridad, porque si no lo decimos por palabras, lo estaremos diciendo con la mirada, o con los gestos...

Asumir que el problema es de los dos y la solución incumbe a los dos: los dos van a reflexionar juntos y entre los dos se van a buscar soluciones.
Culpar al otro es atribuirle una intencionalidad. No se trata de atribuirle al otro mis sentimientos: me agobias, me entristeces, me das dolor de cabeza... Es mejor transmitir qué sentimientos me provocan sus conductas: cuando tú haces esto, yo me siento...

Elisa Cano - La comunicación en familia


La familia es la escuela para la vida. Por eso, el papel de la familia es imprescindible para que haya éxito escolar:
• Decir siempre al hijo "tú puedes". Creer en él, generar confianza.
• Importancia del afecto.
• Estímulo positivo ante los retos.
Esta estimulación emocional genera los siguientes efectos en los hijos:
• Aumento del riego sanguíneo.
• Regeneración neuronal.
• Tensión adecuada ( un exceso de tensión nos bloquea).
• Desbloqueo del núcleo del miedo.
Enseñar a un niño a comunicarse es enseñarle a resolver las diferentes situaciones con las que se va a encontrar.

Entre los dos y los siete años, los niños tienen un mayor vocabulario. Las frases deben ser más largas y también el tiempo de conversación debe ser más largo. No debemos hablar con el niño sólo de lo que a nosotros nos preocupa, también de lo que a él le interesa.
También es importante desarrollar un pensamiento de lo que va a ocurrir después, o de lo que ha ocurrido: el niño vive en el momento presente, y somos los padres y los maestros los que debemos darle pautas, guiones y rutinas de cómo desarrollar el pensamiento, anticipar lo que va a ocurrir, planificar, valorar y memorizar lo ocurrido. Un error es decirle "ponte a hacer los deberes, ponte a hacer los deberes..." sino plantearle que "siempre, después de ... hay que hacer los deberes". Darle las pautas y las rutinas, así es como se adquiere el hábito.
Entre los siete y los doce años, son más autónomos, más capaces de expresar emociones. Son más realistas, tienen un pensamiento más lógico. Hay que estimular su curiosidad y estimular sus logros.
En la adolescencia se adquieren muchos aprendizajes que antes no estaban: doble lenguaje, ironías, abstracción... Pero también es una etapa en la que los niños tienen una energía desbordante, y deben darse las condiciones para canalizar esa energía, para que haya una reestructuración neuronal.
Lo normal son los cambios de humor, de opinión. Las niñas son más expresivas y verbalizan ese batiburrillo en su pensamiento. La comunicación en los varones es más no verbal, y debemos estar pendientes de qué nos están queriendo decir. Es el tiempo de la escucha por excelencia. Ellos no quieren escucharnos, es más una olla exprés a punto de estallar constantemente. Llegarán a un nuevo "yo", pero lo lograrán poniéndose en oposición a los padres y a todo lo que les rodea. Debemos ser pacientes, porque esta etapa es necesaria para llegar a ser adulto. Los espacios son importantes, no es la casa donde en ese momento estén más a gusto, por lo que es preferible hablar con ellos en otros espacios: un paseo, ir de compras, un viaje... Y los padres nos mantendremos callados hasta que ellos hablen, que seguramente lo desean. En los desplazamientos en coche, favorece no poner música. Al dejarles hablar, ellos mismos encuentran las soluciones a sus problemas. Si la solución se la damos nosotros, seguramente harán lo contrario. Hay que dejarles hablar, y buscar el momento oportuno. Hay que dejarles primero que busquen por sí mismos la solución. Si no nos piden ayuda es porque no la necesitan. El momento del portazo, del "cabreo" del adolescente, no es el adecuado para hablar, ahí es cuando está la olla exprés. Hay que dejarlos porque ellos nos buscarán en el momento que quieran, y en ese momento, escucharlos.

También debemos ser más concretos. Si les decimos "me gustaría que fueras más responsable", no tienen claro qué comportamiento es el que se espera. Mejor decirles, por ejemplo, "cuida tus cuadernos y tus libros".
Expresarles nuestro cariño, aunque sean ariscos y no se dejen abrazar. Hay mil maneras: en un possit, mandarle un mensaje a su móvil, en el último momento antes de dormir... decirles que les queremos. Esto es más importante que los largos discursos.

El lenguaje tiene también unas reglas: uno habla y otro escucha, y luego es el otro el que habla. También es necesario el respeto, no utilizar insultos, controlar el tono: el que grita no tiene más razón, y el que insulta pierde credibilidad. Hay que admitir las críticas que nuestro hijo o hija nos haga; en lugar de no admitirlas, es preferible pedirle una explicación de por qué piensa que nos hemos podido equivocar.

Comunicamos más con lo que hacemos que con lo que decimos.

Gonzalo Martínez - Mitos y legados familiares


En una comunicación, es el oyente el que da sentido a la frase. Es el oyente el que interpreta. Los mensajes que les damos a los hijos y a los alumnos tienes diferentes interpretaciones, dependiendo de dónde estén situados uno y otro, de la comunicación no verbal también.


Educar para la vida supone enseñar tres pilares:
A) Responsabilidad: por observación, los hijos nos ven y van aprendiendo; por consecuencias aprenden
responsabilidades, y si los padres les quitamos las consecuencias no asumen responsabilidad; si les
compramos todo lo que quieren pero luego no les pedimos que lo cuiden, no les enseñamos
responsabilidad. Como padres no estamos dispuestos a que nuestros hijos sufran lo más mínimo, pero nadie ha madurado sin haber sufrido; por tanto, si les evitamos sufrimientos, no los estamos preparando para la vida.
Irresponsabilizar al hijo y buscar responsabilidades externas, no es educativo.
¿Qué ha llevado a los padres actuales a actuar así?

  • Cuestiones macrosociales: un sistema político autoritario que no fue válido y que ha llevado a situaciones contrarias.
  • Sistema educativo asistencial: el colegio organiza a la familia todo, las clases, el comedor, las horas de estudio, las actividades extraescolares...
  • Sistema laboral que exige mucho a los padres, de manera que tienen poco tiempo para atender a los hijos y cuando lo tienen es al final del día cuando están ya cansados, por lo que muchas veces el final del día es un momento conflictivo, estresante, poco afectivo.

B) Compromiso: hay que mantener los compromisos adquiridos y aprovechar los momentos que se presenten para darle valor al compromiso. Por otro lado, lo que hace mi hijo me compromete a mí también. Tampoco podemos como padres vivir la vida por ellos, y hay que dejarles espacio, pero no dar espacio para lo que sea peligroso.

C) Libertad: hay que enseñarles a elegir, y no tomar decisiones por él, si no cuando ya decida vivir solo no sabrá hacerlo. No se trata de que haya buffet libre, eso sería educar en el capricho, pero sí dejarle elegir entre dos opciones que proponen los padres. En cuestiones más importantes, como padre o madre no puedes decidir por él, pero sí puedes hacerle ver pros y contras, consecuencias, o incluso darle tu opinión. Si el hijo tiene una personalidad dependiente, esto tendrá consecuencias negativas para su futuro.

Propuesta o tarea final: Escribir a los hijos adolescentes una carta diciéndoles qué conocen de ellos. Por cada cosa que digamos de ellos que no nos gusta, debemos decirles tres cosas que sí nos gustan.